sábado, 15 de enero de 2011

No nací en este mundo para mirarte


Intenté escribir, intenté inspirarme mirando una botella.
Pretendí poesía en mis dedos, pretendí llamar a la diosa Venus.

Pero el mundo se puso tan oscuro que me dio miedo.

Un día solo observé, si les cuento no van a creerme.
Es grandioso lo que logras descubrir cuando llegas a la abstracción total del ser humano. Migajas de humanidad repartidas por el mantel de las mejores familias. Dios, que amorfa es la realidad. Y mientras los nenes siguen muriéndose de frío.

Pero el mundo ya era oscuro y yo no había perdido el miedo.

Las figuras humanas se pasean rodeándote y pretendiendo gotas de vida, pero no es así. Esperan a que alguien la tenga para arrebatarla y poder hablar de ello. Se deleitan con el paseo e historias que jamás van a vivir, jamás van a caminar esas vidas ajenas.

Necesito un mundo cálido, aunque el miedo siga intacto.

Mientras tanto solo voy a ser un espectador más viendo como todo se derrumba, sin hacer nada, con las manos atadas, con la boca cerrada. Justo así. Ya no estoy. Ya me morí.

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